(J.L.) Reuniendo fragmentos diversos –muy diversos-, de mitólogos antiguos, Robert Graves pergeñó un “Mito pelasgo de la creación”, según el cual, una vez que la diosa Eurinome, tras su unión con la serpiente Ofión, puso el huevo universal, del que salió todo el universo existente, se convirtió, junto a su consorte, en la primera inquilina del Olimpo. Allí Ofión empezó a dárselas de ser él el creador del mundo, cuando lo único que había hecho era ayuntarse con la diosa y enroscarse alrededor del huevo para empollarlo. Eurínome, enfurecida, le arrancó los dientes de un puntapié y lo envió al mundo subterráneo.
Los pelasgos pretendían ser autóctonos y haber brotado de los dientes de Ofión.
(R.G.:1.c) Eurínome y Ofión establecieron su residencia en el monte Olimpo, donde él irritó a la diosa pretendiendo ser el creador del Universo. Inmediatamente, ella le golpeó en la cabeza con el talón, le arrancó los dientes de un puntapié y lo desterró a las oscuras cavernas situadas bajo la tierra.
(R.G.:1.2) Los pelasgos nacidos de la tierra, cuya pretensión parece haber sido que habían brotado de los dientes de Ofión...
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