Esta entrada es la misma que “Diente de las Grayas”.
Apolodoro:
Perseo marchó al encuentro de las Fórcides, Enío, Pefredo y Dino; éstas eran hijas de Ceto y Forco, hermanas de las Górgonas, viejas de nacimiento. Las tres disponían de un solo ojo y un solo diente, que compartían: Perseo los cogió y cuando se los reclamaron dijo que los devolvería si le indicaban el camino que llevaba hasta las ninfas... Cuando las Fórcides hubieron encaminado a Perseo, les devolvió el ojo y el diente, y al llegar ante las ninfas obtuvo lo que buscaba.
(J.L.) Ceto y Forcis, pertenecientes a la primera generación de
divinidades marinas, son hijos, junto a Nereo, Taumante y Euribia, de Ponto y de Gea. Las fórcides, sus hijas,
incluyen los nombres de Ladón, Equidna, Las Grayas -que residen en las faldas
del monte Atlas y se llaman Dino, Enio y Pefredo-, Las Gorgonas -que habitan en
Libia y llevan los nombres de Esteno, Euríale y Medusa-, y, en algunas
versiones, Las Hespérides –que viven en el jardín más occidental que
Las Grayas, que suelen personificar la vejez[1], tenían el cabello gris desde el nacimiento y compartían un sólo diente y un sólo ojo entre las tres. Su única intervención importante en la mitología griega es en el ciclo de Perseo.
Cuando Perseo se compromete con Polidectes, rey de la isla de
Sérifos, a traerle la cabeza de Medusa a cambio de que éste renuncie a casase
con la madre de aquel, Dánae, Atenea, que odia a
[1] aunque según los autores del Diccionario de mitología clásica
(Constantino Falcón Martínez, Emilio Fernández Galiano y Raquel López Melero),
en las representaciones artísticas que se conservan de ellas, no aparece ningún
signo de vejez.
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