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Caballo de madera

 

Apolodoro:

Más tarde [Odiseo] planeó la construcción de un caballo de madera y se lo encargó a Epeo, que era arquitecto. Éste cortó troncos en el Ida y construyó un caballo hueco y abierto en los flancos. Odiseo persuadió a los cincuenta mejores o, según el autor de la Pequeña Ilíada, a tres mil, para que entrasen en él; y a los demás, para que al llegar la noche quemasen las tiendas y, retirándose a las cercanías de Ténedos, fondearan allí y regresaran a la noche siguiente. Ellos obedecieron e introdujeron a los mejores en el caballo, después de confiar el mando a Odiseo y grabar la siguiente inscripción: «Los helenos en agradecimiento a Atenea por su regreso a la patria». Ellos mismos quemaron sus tiendas, y dejando a Sinón, que debía encender una antorcha como señal, se hicieron a la mar durante la noche y quedaron al pairo en las proximidades de Ténedos.

Con el día los troyanos, al ver desierto el campamento de los griegos, creyeron que habían huido; llenos de júbilo, arrastraron el caballo y lo situaron ante el palacio de Príamo mientras deliberaban qué convenía hacer. Casandra advirtió que en él había hombres armados, y así lo confirmó el adivino Laocoonte; entonces unos pensaron en quemarlo, otros en arrojarlo a un precipicio; pero como la mayoría opinara que se debía dejar como ofrenda consagrada a la diosa, se dispusieron al sacrificio y al festín. Apolo, sin embargo, les envió una señal: dos serpientes,  después de atravesar el mar desde las islas cercanas, devoraron a los hijos de Laocoonte, Cuando llegó la noche y a todos los invadió el sueño, los helenos zarparon de Ténedos y Sinón encendió la antorcha en la tumba de Aquiles para guiarlos. Helena mientras tanto andaba en torno al caballo y llamaba a los héroes imitando las voces de sus mujeres. Anticlo quiso responder, pero Odiseo le tapó la boca. Y cuando les parecio que los enemigos estarían dormidos, abrieron el caballo y salieron con sus armas. Primero salió Equión, hijo de Porteo, que se mató al saltar: pero los demás se descolgaron por una cuerda y alcanzando las murallas abrieron las puertas y acogieron a los que habían llegado de Ténedos.

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