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Arco y flechas de Heracles

 

Apolodoro:

Tras haber aprendido de Éurito el manejo del arco, Heracles recibió de Hermes la espada, de Apolo el arco y las flechas, de Hefesto una coraza de oro y de Atenea una túnica; la clava la había cortado él mismo en Nemea.

A los dioses se les había vaticinado que no podrían aniquilar a ningún gigante a menos que un mortal combatiera a su lado... Atenea llamó a Heracles en su ayuda. Éste primero disparó su arco contra Alcioneo, quien al caer en tierra se reanimó. Por consejo de Atenea, Heracles lo arrastró fuera de Palene y de este modo acabó con él. En la batalla Porfirio atacó a Heracles y a Hera. Zeus le inspiró deseo por Hera, y cuando Porfirio le desgarró los vestidos queriendo forzarla y ella pidió ayuda, fue fulminado por Zeus y asaeteado por Heracles. En cuanto a los demás gigantes, Apolo flechó a Efialtes en el ojo izquierdo y Heracles en el derecho. Dioniso mató a Éurito con el tirso, Hécate a Clitio con teas, y Hefesto a Mimante lanzándole hierros candentes... Heracles remató con sus flechas a todos los moribundos.

 

Apolodoro:

[Durante el cuarto trabajo, el jabalí erimantio] Heracles [en frentándose a unos cíclpes borrachos] arrojó una flecha que después de atravesar el brazo de Élato se clavó en la rodilla de Quirón; Heracles, afligido, corrió hacia él, extrajo la flecha y le aplicó un remedio entregado por el mismo Quirón. Éste, como la herida era incurable, se retiró a la cueva deseoso de morir allí, pero por su condición de inmortal no lo consiguió hasta que Prometeo se ofreció a Zeus para ser inmortal en su lugar... Folo arrancó la flecha de un cadáver y se maravillaba de que algo tan pequeño pudiera dar muerte a seres tan grandes; entonces la flecha resbaló de su mano y al hincársele en un pie lo mató en el acto. Heracles, de regreso a Fóloe, encontró a Folo muerto...

 

Apolodoro:

Arribó a Eno, donde fue hospedado por Poltis. Al embarcarse en la orilla eniense mató con una flecha a Sarpedón, insolente hijo de Posidón y hermano de Poltis.

 

Apolodoro:

[En su décimo trabajo, las vacas de Gerión], abrasado por Helios en el trayecto tendió el arco contra el dios, y éste, admirado de su audacia, le proporcionó una vasija de oro en la que cruzó el océano... Heracles embarcó el ganado en la copa, y habiendo navegado hasta Tartesos, se la devolvió a Helios.

Véase Copa de Heracles.

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