Apolodoro:
Muerto Asterio sin descendencia, Minos quiso reinar en Creta, pero
se lo impidieron. Él alegaba que había recibido de los dioses el reino; como
prueba de ello afirmó que le otorgarían lo que pidiese. Mientras ofrecía un
sacrificio a Posidón suplicó que saliera del fondo del mar un toro, prometiendo
inmolarlo. Posidón hizo surgir un toro magnífico y Minos obtuvo el reino, pero
entonces envió el toro a su vacada y sacrificó otro en su lugar. Minos fue el
primero que ostentó el dominio del mar y sometió casi todas las islas. Posidón,
irritado con él por no haber sacrificado el toro, embraveció a éste y lo hizo
objeto del amor de Pasífae. Ella, en su pasión por el toro, tuvo como cómplice
a Dédalo, un arquitecto que había huido de Atenas por asesinato. Dédalo
construyó una vaca de madera sobre ruedas, la vació, le cosió alrededor la piel
de una vaca desollada y, llevándola al prado donde el toro solía pacer, metió
dentro a Pasífae; el toro llegó y copuló con ella como si se tratara realmente
de una vaca. Pasífae dio a luz a Asterio, el llamado Minotauro, que tenía
rostro de toro y lo demás de hombre; Minos, advertido por ciertos oráculos, lo
encerró y mantuvo custodiado en el laberinto. Éste, construido por Dédalo, era
un recinto de complicados ambages que confundían la salida.
Apolodoro:
Dédalo fue juzgado en el Areópago y condenado [por el asesinato de
su sobrino Talo], pero huyó junto a Minos; allí se hizo cómplice de Pasífae,
que se había enamorado del toro de Posidón, y le talló una vaca de madera.
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