Hesiodo (El escudo):
Cicno... de pie en su carro.
Los raudos corceles hacían resonar el suelo, golpeando con sus cascos; y una
humareda de polvo les envolvía, adhiriéndose bajo el trenzado carro y las
pezuñas de los caballos. El bien construido carro y las barandillas rechinaban
al empuje de los caballos.
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