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Crótalo de Heracles

 

[En su sexto trabajo, las aves estinfálidas], Atenea le proporcionó [a Heracles] unos crótalos de bronce, dádiva de Hefesto, y él entonces, haciéndolos sonar en una montaña próxima al lago [llamado Estinfálide], espantó a las aves, que incapaces de soportar el ruido alzaron el vuelo atemorizadas y de esta manera Heracles las flechó.

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