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Báculo de Tiresias

Apolodoro:

Vivía entre los tebanos un adivino, Tiresias —hijo de Everes y de la ninfa Cariclo, y descendiente del esparto Udeo—, que había sido privado de la vista. Sobre su ceguera y su arte adivinatoria circulan diferentes versiones. Unos dicen que lo cegaron los dioses por haber revelado a los hombres sus secretos; pero según Ferecides lo cegó Atenea, pues como Cariclo contaba con el afecto de Atenea…, él vio a la diosa completamente desnuda, y ésta, tapándole los ojos con sus manos, lo cegó. Cariclo le rogó que le devolviera la vista, pero no pudo; en cambio purificó sus oídos para que pudiera interpretar el lenguaje de las aves y le regaló un báculo de cerezo silvestre que le permitía caminar como los videntes. Por su parte Hesíodo dice que Tiresias había hallado unas serpientes copulando cerca de Cilene y, por haberlas herido, fue transformado de hombre en mujer; pero al ver a aquellas serpientes uniéndose en otra ocasión, se volvió hombre de nuevo. Por eso cuando Zeus y Hera disputaban sobre quién disfrutaba más en el amor, la mujer o el hombre, preguntaron a Tiresias. Éste dijo que, si el placer tuviera diez partes, los hombres gozarían sólo de una y las mujeres de nueve; entonces Hera lo cegó, pero Zeus le concedió el arte de la adivinación.

 

Véase también “Bastón de Tiresias”.


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